Nosotras, las que somos mal vistas si salimos a nuestra hora, las que nunca contamos para un puesto directivo, las que no queremos ir de copas después del trabajo con los clientes.
Nosotras, las que sacamos las llaves 20 minutos antes de llegar a la puerta de la casa, por si alguien nos molesta poder abrir rápido y no perder tiempo buscándolas en el bolso.
Nosotras, las que convivimos con nuestros cambios de humor y emociones, las que intentamos llegar a todo, las que siempre tenemos que demostrar que valemos.
Nosotras, las que no podíamos votar, tener una cuenta corriente propia, las que teníamos que pedir permiso para todo, las que no teníamos derecho a nada.
Nosotras, las que somos escrutadas a diario por cómo vestimos por hombres y mujeres, las que tenemos que estar guapas para gustar, las que tienen que estar feas para reivindicar.
Nosotras, las que aguantamos comentarios y frases de gente que cree que te conoce, que cree saber lo que es ser tú, que dice que te entiende cuando gritas, cuando lloras, cuando reclamas, cuando dices no.
Nosotras, las que tenemos hijos, las que no lo tenemos, las que queremos cuidar de ellos en casa, las que queremos una carrera profesional, las que queremos ambas cosas, las que no queremos nada.
Y luego vosotros, los que sois nuestros padres, amigos, hermanos, pareja. Los que respetáis nuestras decisiones, los que apoyáis nuestros sueños, los que camináis a nuestro lado por la vida.
Y después los otros, los que nos menosprecian, golpean, increpan e insultan. Los que miran tu falda, los que se creen con derecho a algo, los que piensan que son mejor tú.
Y a su lado, las otras, las que dicen que nos lo merecemos, las de “si se hubiera quedado en casa cuidando de sus hijos”, las de “eso no es ser mujer”, las que te juzgan y hacen que sus menosprecios, golpes e insultos duelan el doble.
Pero por encima de todo, nosotras, no importa lo que digan o hagan los demás, solo importa lo que quieras tú.
