Capítulo 2 – La procrastinación editora

Escribí “Querida Sofía” a lo largo del verano pasado, entre los meses de mayo y octubre y un año más tarde, he terminado de editarlo. Sí, un año, un año muy largo. Dejadme que os cuente: Para escribir un libro, y cada vez estoy más convencida de que es algo que hace falta para casi todo, necesitas dos cosas básicas: disciplina y concentración. La primera porque hace que te pongas en piloto automático y consigas casi sin esfuerzo sentarte a...

Silencios

Hay silencios bonitos. Silencios que indican complicidad, magia, intimidad. Hay silencios que son necesarios, que necesitas para volver a pensar, a comenzar o para terminar. Hay silencios dolorosos, que muestran el peor de los desamores, la indiferencia. Hay silencios que llegan a tu vida cuando lo único que quieres escuchar son gritos, sonrisas, palabras de consuelo. Hay silencios que no sabes como interpretar y los conviertes en un arma contra ti. Hay silencios que enamoran y silencios que matan el...

Mirando al mar

A veces miramos nuestra vida como miramos al mar, sin adivinar su magnitud, sin entender lo grande que es. Miramos hacia delante y hacía detrás e intentamos comprender cómo se han generado las olas de nuestra vida, las que nos han traído al aquí, al ahora. En realidad la vida no es muy diferente a una playa con olas. Hay olas que te permiten un baño relajante, otras que te trepan pero de las que consigues salir victorioso, otras que te llevan...

Entre la inspiración y la mediocridad

Hace calor, mucho calor. Rafa Nadal acaba de ganar su décimo Rolland Garros, (enhorabuena Rafa!!!) y mis vecinos del bajo llevan desde las 2 de la tarde con una fiesta latina y la música a toda pastilla. Tengo ganas de meterles la bachata por sitios poco ortodoxos, pero haré gala de una educación que ellos demuestran no tener. Pensaba escribir sobre la concentración, sobre lo importante que es poner el foco en las cosas que haces y poner de ejemplo...

¿La suerte nace o se hace?

Nuria Parte A Nuria llegaba tarde. Casi no había pegado ojo en toda la noche y justo cuando empezaba a conciliar el sueño, sonó el despertador. Se metió en la ducha justo después de chocarse con el marco de la puerta y maldijo en todos los idiomas que conocía, que no eran muchos porque seguro que volvía a suspender el odioso inglés, “¿para qué narices necesito más idiomas si cuando hablo en el mío nadie me entiende?”, se preguntó. En...