Con brackets y a lo loco – El desenlace

Pero en realidad, no, no es el desenlace, sigo con mi aventura dental, aunque ahora ya se encuentra en su recta final.

Me quité el aparato, felicidad. Me pusieron el implante y un diente provisional, dolor mucho dolor al principio, luego normalidad aparente en lo estético, porque algo que no te cuentan es lo de después. Durante tres meses he tenido que llevar noche y día una férula, que ahora solo me pongo por las noches, ascazo.

Pues sí, llevar férula es asqueroso, sea del tipo que sea. Te da arcadas, hablas raro, tienes en tensión la boca y aunque suene repetitivo, es ASQUEROSO. No me molesta cuando duermo, pero cuando me levanto y noto en plástico en la boca… bufff. Aún así después del dineral y el tiempo con los brackets, tengo que reconocer que cuando estoy sola en casa y no tengo ganas de cantar (esto da para otra entrada del blog), los uso para sentirme responsable y cuidadora de mis dientes. 

Después del diente provisional y cuando el implante ya estaba bien asentado, me pusieron el diente definitivo en dos sesiones a cada cual más asquerosillas, donde me hicieron de todo. De hecho en una de esas sesiones había una estudiante de prácticas a la que le explicaron que mi caso había sido uno de los casos más bonitos e interesantes que habían tenido en la clínica en los últimos años. Por supuesto, yo con la boca abierta y anestesiada no tuve mucho margen de maniobra para protestar y para contar lo precioso que me había parecido a mí.

Total que ya tengo mi diente nuevo y bien pegadito. Lo celebré haciéndome un bocadillo de chorizo rico, con su aceitito y en pan normal, sin centeno, harina integral ni el resto de chorradas que me como a diario para estar sana. Un bocadillo, bocadillo, de los que me preparaba mi madre para el recreo cuando estaba en el colegio.

De llevar el aparato me notaba los dientes un poco manchados, así que ahora estoy poniéndolos blanquitos y bonitos con un blanqueamiento dental. Por supuesto, y haciendo honor al refrán, para presumir hay que sufrir, pues sí, también se sufre. El blanqueamiento consiste en otra férula, mucho más blandita que la otra que, mientras dure el tratamiento uso durante el día con todo el dolor de mi corazón, te pones por la noche con unas gotita de ácido para que te blanqueen las perlas de tu boca. 

Sigue siendo asqueroso, pero bueno estaba acostumbrada ya a la otra y no me supone mayor desagrado. Lo realmente chungo es que no puedes tomar comidas o bebidas, y voy a recalcar lo de bebidas, que te manchen los dientes durante esa etapa. Es decir, café, té, coca-cola, cerveza, vino tinto, refrescos con colorantes, salsa de soja o de colores fuertes, etc etc… Y podemos llegar a pensar, vale, no es para tanto, son cosas que no son además 100% saludables, se puede vivir sin ellas y además se puede vivir mejor. 

Pues lo siento, pero una vida sin café y té y no merece la pena. Algunos dirán lo mismo de la cerveza o el vino, pero ahora que hace frío ese té o cafelito calentito el fin de semana por la tarde, con una galleta lotus… es de esos placeres que una Mastercard no puede pagar. Al menos ya me queda poco tiempo de esto y mi sonrisa es cada vez más bonita y cuca. 

Como cierre a toda esta aventura, solo deciros que a pesar de todas mis quejas y los malos momentos, los serranitos y bocadillos que he dejado de comer y los cafés de las últimas dos semanas, volvería a pasar por todo. Cuidar de nuestra boca y nuestros dientes es cuidar de nuestra salud y yo no sé vosotros, pero el tiempo que esté aquí, quiero estar lo más sanita y mejor posible. Así que no lo dudéis invertid en vuestra salud, física o mental, pero cuidad de vosotros mismos. 

Nos leemos la semana que viene Impares!

Photo by Lesly Juarez on Unsplash

By Impar

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.